Tu, reina de mi insomnio por las noches,
Que vienes a instalar insistente,
Pensamientos apresurados,
Que se suceden frente a mí,
Una y otra vez,
Robando la profundidad de mí sueño nocturno.
Tu, que me has llevado a enojos inoportunos,
Por privarme de la sabia paciencia,
Por no dejarme tiempo para la espera,
Por no permitirme escuchar,
Por estar ahí, susurrando en mi oído,
Que todo debe ser ya,
Que tiene que suceder ahora.
Tu, que adelantas las agujas de mi reloj,
Para recordarme que siempre es tarde,
Tu, que me haces contar las horas,
Los minutos, los días,
Tú, me haces contar todo!
¿Acaso soy yo un contador?
Si siempre odie las matemáticas,
Y hoy me veo rodeada de tus números.
Me enajenas de mis sueños,
Porque para ellos tu tiempo es tirano.
Me alejas de mis disfrutes,
Porque no te basta una alegría,
Que ya estas buscando otra,
Y así, sucesivamente, hasta que te quedas sin nada.
La nada misma te haría feliz,
Porque a la nada no puedes exigirle un tiempo.
Tu, que de mis conquistas te mofas,
Porque todo te es insuficiente,
Porque nada te alcanza,
Porque eres inconformable,
Vete de mí,
Aleja tu pesada presencia
Y deja que mi vida tenga alas,
Para poder volar.
Aleja tu persecución, tus miedos e inseguridades,
Aleja tu sombra de mí,
Y permite que, de una vez por todas, aprenda a ser feliz.